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De Paúl

Mastín Taparrosca

Canibalizar y carvanalizar la historia, convirtiendo el dolor en fiesta…

Carlos Fuentes, La gran novela latinoamericana.




La estatura mítica del barrio bonaerense de Hurlingham puede explicarse tanto a través de los personajes o canciones que son parte del acervo cultural nacional-popular, como también, y principalmente creo, por la peculiar inventiva verbal de sus pobladores, su incomparable capacidad de simbolización enunciativa.


Así, en el Hurlingham de los ´90, “ir de Paúl” -con prosódica “u”- fue un dicharacho que caló hondo en el lenguaje juvenil del barrio y sus los alrededores. Entre muchos otros variados ires, concernientes a necesidades diversas (“ir de cuerpo”, “ir de copetes”, “ir de Susy”, “ir de putas”, etc), la presunta acción de “ir de Paúl” era achacable a las personas de sexo masculino cuyo corte de pelo las favorecía poco, muy poco o, en la mayoría de los casos, nada. Desde el punto de vista de la opción estética, los tiempos eran complejísimos: unos 80s que no cedían del todo a las nuevas melenitas mafaldianas, la “colita” futbolera y la “taza” de pibes chorros que ganaba su lugar en el horizonte autoperceptivo del sujeto neoliberal.


No era infrecuente que se planteara como pregunta socarrona:

-¿Fuiste de Paúl?


Cabe aclarar que Paúl era una (también) mítica peluquería canina.


El aparente desvarío anterior -de alto valor epistemológico, como se verá- pretende sugerir que entre determinado corte de pelo y un mal desempeño deportivo podría existir una sutil relación de causalidad. A más de uno esto le sonará estrambótico, cuando no rídiculo. La fantasía exacta adorniana llevada al límite de lo risible. Sin embargo, una mirada atenta a la historia reciente de la selección argentina de fútbol, permitiría aventurar la presencia de ciertas concomitancias (Por ejemplo, aquel DT que trocó la elección capilar de los jugadores en una querella de orden nacional: Daniel Passarella “le cortó los pelos” a la última racha ganadora comandada por su antecesor, Alfio Basile. Y ese corte no fue metáforico en absoluto. Desde 1993 no ha habido primer puesto que celebrar, solo un cumplido cebollismo, opaco y llóron)


Observemos mejor este razonamiento expresado en un silogismo, el instrumento de la lógica par excellence. Dos premisas y una conclusión que asombrosamente ponen de manifiesto una realidad futbolística descorazonadora:


- Los perros se cortan en la peluquería Paúl

- Los jugadores argentinos tienen corte Paúl

- Por tanto, los jugadores argentinos son perros


Nótese que el gentilicio permite separar a nuestros jugadores de tantísimos otros que, con el mismo corte de pelo, no transmiten lo mismo con la pelota en los pies. Y que perros no es sólo en su acepción lunfarda –dícese de quienes juegan mal a algo-, sino también en aquella otra, de larga tradición ibérica, la del archinombrado mastín del hortelano: porque de "ese grupo infinito de paralelogramos de fuerzas de las que surge una resultante-acontecimiento" (decía Engels), estos canes no ganan y tampoco dejan perder. A nadie.


Pero suponiendo que esto no fuera más que socioloquios de amateur, si Scaloni era el quinto al mando tras Sampaoli, Becaccece y demás borricos, ¿no cabría esperar una merma en la calidad y volumen de juego, que eran de por sí casi nulos?


De Paul, Rodrigo, con ser lo mejorcito de este nuevo bochorno, corre el riesgo de convertirse en epítome de una ¿nueva? era (del Hielo)


Tiene razón un amigo, hay que dejarlos en paz. A Messi, el primero. ¿Cuántas veces nos salvó? (Ni se diga de gritar dale campeón dale campeón). Aparte, esta vez cantó. El himno y las cuarenta sobre la, aparentemente novedosa para él, “corrupción de la Conmebol”. Y “dejó todo”. Todo es todo. Se cargó el equipo a sus liliputienses hombros, y le puso el destemplado pecho a la debacle. El punto cúlmine fue la sesión de perreo con el Pitbull. Dog eat dog.


El fútbol es un juego. Se gana y se pierde. No se puede ganar siempre. Esta jauría, sin embargo, ha demostrado ir contra todo, la lógica estricta, incluso. Ha demostrado en la cancha, donde se ven los pingos, que de pinga, que sí, que no ganar nunca es posible.


Hashtag la derrota siempre.


La Habana, 3 de julio de 2019


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